El prestigioso periódico The Washington Post (el mismo que una vez causó que el presidente estadounidense Richard Nixon renunciara a su cargo por corrupción) recientemente reportó una noticia que sin duda está sacudiendo los cimientos de la Iglesia Católica en estos precisos momentos.
Policías italianos, en una investigación rutinaria mientras investigaban una red de corrupción en esa nación, por coincidencia detectaron que uno de los teléfonos celulares involucrados en la red pertenecía a alguien dentro del Vaticano en la mismísima Santa Cede, y peor aun, descubrieron que esta persona está involucrada en una secreta red de prostitución homosexual.
Después de escuchar conversaciones estos se percataron que quienes están involucrados en la red de tráfico de homosexuales para satisfacer las necesidades sexuales de los personas dentro del Vaticano eran no solo un prominente miembro del coro élite del Vaticano, sino que además el monagillo personal del mismísimo Papa Benedicto XVI en varias de sus ceremonias.
El Vaticano expulsó inmediatamente del coro a la persona involucrada, mientras que la otra está encarcelada, y obviamente el Vaticano niega conocimiento o involucramiento en este asunto.
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